martes, 17 de noviembre de 2020

Light of the Jedi - Capítulo Siete

La página oficial de Penguin Randomhouse ha publicado un extracto extendido de los primeros 8 capítulos de la novela Light of the Jedi, de Charles Soule, la cual inicia el proyecto multimedia The High Republic. Ya hemos traducido el primer capítulo, el segundo capítulo, el tercer capítulo, el cuarto capítulo, el quinto capítulo y el sexto capítulo.



CAPÍTULO SIETE

SISTEMA HETZAL. ENCIMA DE LA LUNA AFRUTADA.

70 minutos para el impacto.

Tres Vectors Jedi y un Longbeam de la República surcaban por el espacio, navegando veloces hacia la esfera naranja y verde que era la Luna Afrutada de Hetzal, legendaria por toda la galaxia debido a su abundancia. Cuatro mil millones de personas vivían allí, cultivando y plantando, viviendo sus vidas. Todo eso moriría en menos de 30 minutos si los cuatro Jedi y dos oficiales de la República no eran capaces de destruir o de desviar el objeto que se dirigía justo hacia la luna.

La anomalía era de las más grandes, más que la Longbeam y estaba en curso de impactar el continente principal de la luna. Debido a su velocidad, una porción significante de la parte exterior de la luna se vaporizaría instantáneamente con el impacto, llenando la atmósfera. Después seguiría el calor, las llamas, destruyendo toda la vida, plantas, animales y especies pensantes por igual.

Eso es si se asume que toda la luna no se parte en dos cuando sea golpeada por la anomalía, pensó Te'Ami mientras giraba su nave suavemente, siguiendo una precisa curva junto a los otros dos Vectors piloteados por sus colegas Jedi, realizando la maniobra entre su conexión a la Fuerza y sus manos en las palancas de control.

La destrucción total de la Luna Afrutada era imposible. La cantidad de energía transferida por el impacto del objeto caería como un martillazo sobre el pequeño planetoide. Los mundos parecían ser irrompibles cuando estabas parado en su superficie, pero Te'Ami había visto cosas en su vida... a la galaxia no le preocupaba si pensabas que algo no podía romperse. Rompería las cosas solo para demostrar que podía.

La pequeña flota se movía a velocidades increíbles, en dirección a la anomalía. La Maestra Kriss, en la Third Horizon, había designado esta como una misión prioritaria, lo cual entendía Te'Ami. Cuatro mil millones de personas, totalmente prioritaria.

Podía sentir a Avar en el fondo de su mente, no como palabras, sino más como la presencia e la mujer. La Maestra Kriss tenía una habilidad rara entre los Jedi: Podía detectar los enlaces naturales entre los usuarios de la Fuerza y fortalecerlos, usarlos casi como una red de comunicaciones. Era inexacta, servía más para transmitir sensaciones, lugares, pero era una habilidad útil, especialmente en una situación en la que cien Jedi trataban de salvar todo un sistema al mismo tiempo.

No solo era útil. Era reconfortante. Saber que no estaba sola. Que ninguno lo estaba. Ya fuera que fallaran o tuvieran éxito, los Jedi estaban juntos en ésto.

Pero no fallaremos, pensó Te'Ami. Extendió un largo dedo verde y accionó uno de los delicados interruptores de su consola. Su comunicador se encendió.

"Longbeam de la República, ya es hora. Necesito que transfieran los sistemas de armamento a mi control," dijo ella.

"Enterado," fue la respuesta de la Longbeam, dicha por su piloto, Joss Adren. Su esposa, Pikka, estaba en el asiento del copiloto. Te'Ami no los conocía en persona, solo sabía que eran parte de la tripulación de la Third Horizon, y que se habían ofrecido inmediatamente como voluntarios cuando el crucero arribó al sistema y tuvieron una idea clara de la extensión del desastre. El Almirante Kronara les asignó un Longbeam, mejor tener otra nave allá afuera ayudando que aparcada sin hacer nada en el hangar. Lo poco que alcanzó a escuchar en la charla no relacionada con el problema mientras iban de camino hacia la Luna Afrutada sugería que Joss y Pikka eran algún tipo de contratistas, trabajadores de la Estación Starlight que iban de regreso a los mundos Centrales ahora que su trabajo había terminado.

Parecían buenas personas. Te'Ami esperaba que fueran habilidosos. Esto no sería fácil.

Una luz ámbar parpadeó en la pantalla de Te'Ami y se quedó encendida.

"Las armas están bajo su control," dijo Joss.

"Gracias," dijo, y accionó otros interruptores antes de mover sus manos de regreso a los mandos de control. Los Vectors eran naves intrincadas, la fluidez de respuesta a los controles significaba que podían lograr maniobras increíbles, pero solo si mantenías el enfoque suficiente.

"Muy bien, mis amigos," dijo. "¿Estamos listos?" 

Las respuestas llegaron en el canal dedicado a los Jedi.

La voz grave de Mikkel Sutmani retumbó en los altavoces, traducida inmediatamente al Básico mediante los sistemas de a bordo. "Listo para accionar," dijo. Mikkel. Era el Ithoriano más estable que hubiera conocido jamás. Nunca decía mucho, pero hacía bien su trabajo.

"Estamos listos también," dijo Nib Assek, la tercera y última Jedi en el escuadrón. Su Padawan, Burryaga Agaburry no dijo nada. No era de sorprender. Era un joven Wookiee, y solo hablaba en Shyriiwook, aunque entendía el Básico. Nib hablaba bien su idioma, lo había aprendido específicamente para tomarlo como su aprendiz. No era fácil para la garganta humana recrear los gruñidos, gorjeos y gemidos que componían el habla de los Wookiees, pero ella hizo el esfuerzo. Te'Ami y Mikkel, sin embargo, no podían entender una sola palabra de lo que Burryaga decía.

Independientemente, si Nib Assek decía que ella y su Padawan estaban listos, entonces lo estaban.

"Alcancemos con la Fuerza," dijo Te'Ami. "Lo haremos juntos. Como si fuéramos uno."

Expandió sus sentidos a través de la Fuerza, buscando encontrar el mortal meteoro, o lo que fuera ya que los escáneres no daban mucha información, que viajaba en el espacio hacia ellos. Ahí. Podía sentirlo, distorsionando la gravedad a su paso. Consideró, pensando dónde había estado el objeto, donde estaba y donde estaría.

Más específicamente, donde estaría cuando el poder total de las armas de los Vectors y la Longbeam lo golpearan al mismo tiempo.

El disparo no podía ser calculado por computadora. Tenía que hacerse al tanteo, usando la Fuerza, por todos los Jedi al mismo tiempo.

"Tengo el objetivo,"  dijo. "¿Estamos listos?"

No hubo respuesta de los otros Jedi, pero no la necesitaba. Podía sentir su aprobación a través del enlace que la Maestra Kriss mantenía desde la superficie de Hetzal Prime. Era más rápido que el habla, y más efectivo.

"Seamos las lanzas," dijo, entonando una frase ritual de su pueblo, los Duros.

Para no tener que quitar las manos de sus mandos de control en un momento tan crucial, Te'Ami utilizó un trazo de la Fuerza para levantar su sable de luz desde su funda. El mango era de cerakote oscuro con una cruceta de cobre empañado. La hoja, cuando encendía, brillaba en azul. Estaba rayado y desgarrado con el uso, y tenía un feo manchón de soldadura cerca de la punta donde había soldado uno de los componentes cuando se cayó. Si existía un sable de luz más feo en toda la Orden, nunca lo había visto.

Pero funcionaba cuando ella lo necesitaba, y el cristal kyber que le daba poder seguía tan puro y resonante como el día en que lo había encontrado en Ilum, hacía mucho tiempo.

¿Cambiaría Te'Ami el mango, si lo quisiera? Absolutamente. Muchos Jedi cambiaban sus mangos con regularidad, ya sea para ajustarse a sus técnicas de combate, por innovaciones tecnológicas, o incluso, en algunas ocasiones, por mero cambio de estilo. Estética. Estar a la moda, podrías decir.

Te'Ami no tenía interés en nada de ello. Su sable de luz, feo como era, servía como un perfecto reflejo de la gran verdad de la Fuerza: no importa cómo era la persona por fuera...

...en el interior, todos estaban hechos de luz.

El sable se movió por toda la estrecha cabina. Se posicionó contra una placa de metal en el panel de control del Vector con un satisfactorio clic, sostenido en su lugar por un pequeño campo de energía. Un ligero zumbido vibró por todo el casco de la nave al tiempo que los sistemas de armas se activaban. Un nuevo conjunto de pantallas y diales se encendió, con el color azul de la hoja de su sable. Las armas de un Vector solo podían activarse usando el sable de luz como llave, era una forma de asegurarse que ningún no-Jedi pudiera usarlas, y que cada que se iban a usar, fuera una acción bien pensada.

Otra ventaja adicional, era que los lásers de la nave podían ajustarse mediante un control en los mandos. No todo disparo era para matar. Podían deshabilitar, advertir... tener toda clase de opciones disponibles. En este caso, sin embargo, la configuración estaría al máximo. Necesitaban desintegrar la anomalía del hiperespacio y convertirla en vapor, lo que requería la energía completa de los tres Vectors además de lo que tuviera la Longbeam. Un solo enorme disparo.

Funcionaría. Tenía que funcionar. Cuatro mil millones de seres indefensos en la Luna Afrutada pendían en la balanza.

Te'Ami extendió sus sentidos otra vez, sintiendo la disponibilidad de sus colegas. Había algo... del lado de la nave de Nib Assek. Miedo... casi... pánico.

"Nib, estoy sintiendo," empezó a decir, y la respuesta vino antes de que pudiera terminar.

"Lo se, Te'Ami," se oyó la voz de Nib. Calmada, tal vez con un poco de pena. "Es Burryaga. Está teniendo un mal momento intentando aplacar sus emociones. Creo que es el estrés de lo que estamos haciendo. Todas las vidas que están en juego."

"Está bien, pequeño," dijo Mikkel con su voz grave, traducidos por el comunicador. "Eres tan solo un Padawan y estamos exigiendo demasiado de ti. Te'Ami, ¿podemos liberarlo de la carga de ayudarnos a calcular el tiro?" 

"Si," dijo Te'Ami. "No debes avergonzarte de esto, Burry. Solo tómalo como una oportunidad de aprendizaje."

Te'Ami, lo alcanzó con la Fuerza, eliminando gentilmente la conexión con el Padawan de Nib Assek. El Wookiee estaba en silencio. Podía sentir las turbulentas emociones en él. Bueno, no era motivo de vergüenza, como había dicho. Todos los Jedi encontraban su propio camino, a algunos les tomaba más tiempo que a otros.

"Vamos," dijo Nib, tal vez tratando de compensar la tardanza causada por su pupilo. "Nos estamos quedando sin tiempo."

"Estoy de acuerdo," dijo Te'Ami.

Movió sus pulgares en los mandos de control, primero ajustando los diales para indicarle al sistema de armamento que necesitaba toda la energía. Entonces puso sus manos en los gatillos.

El objeto se aproximaba a la luna. Donde había estado. Donde estaba. Donde estaría.

Los otros Jedi estaban listos. Dispararían en el mismo momento en que ella lo haría, junto con los sistemas ligados de la Longbeam de Joss y Pikka, todos los disparos perfectamente coordinados al mismo lugar en el espacio.

Cuatro mil millones de personas. Era hora. Te'Ami apretó sus manos en los gatillos.

Un chillido provino del sistema de comunicaciones, ruidoso e insistente. Un grito, o un alarido, con potencia y pánico. Sorprendió a Te'Ami y si no fuera una Jedi, hubiera disparado sus armas por accidente. Pero era una Jedi, así que no disparó.

Le tomó un momento a Te'Ami entender lo que escuchaba, no era un grito, sino palabras. En Shyriiwook. Burryaga estaba diciendo algo que no podía entender. Era ruidoso, insistente, desesperado. Sus emociones surgían a través de la Fuerza, con la misma mezcla de miedo y pánico.

"Burryaga, lo siento, no entiendo Shyriiwook. ¿Estás bien? Nos estamos quedando sin tiempo. Tenemos que disparar."

"No," dijo Nib Assek, con voz cortante e insistente. En el fondo, los chillidos y gruñidos de la voz de Burryaga sonaban por su comunicador. "No podemos atacar."

"¿De qué hablas?" dijo Mikkel. "No tenemos opción."

"Burryaga me lo está explicando. Las emociones que registramos no provienen de él, no eran suyas. Estaba sintiéndolas. Tenía que ajustar, sobrepasar su propio miedo antes de entenderlas."

"Por favor, Nib, solo explica lo que quiere decir," dijo Te'Ami.

 Un largo alarido, como un silbido en Shyriiwook, y luego una pausa.

"El objeto," dijo Nib. "Lo que tenemos que destruir para salvar la luna. No es solo un objeto. Es escombro, parte de una nave."

Te'Ami dejó caer sus manos, lejos de los controles de mando.

"Está lleno de gente," terminó Nib. "Estan vivos."

 

Escrito por Charles Soule.

Traducido por Mario A. Escamilla

Original de: Light of the Jedi Extended Excerpt.

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