La página oficial de Penguin Randomhouse ha publicado un extracto extendido de los primeros 8 capítulos de la novela Light of the Jedi, de Charles Soule, la cual inicia el proyecto multimedia The High Republic. Ya hemos traducido el primer capítulo, el segundo capítulo, el tercer capítulo, el cuarto capítulo y el quinto capítulo.
CAPÍTULO SEIS
SISTEMA HETZAL. NAVE TIPO LONGBEAM DE LA REPÚBLICA, "AURORA IX".
75 minutos para el impacto.
"¿Está seguro de ésto, Capitán?", dijo el Contramaestre Innamin, apuntando hacia su pantalla, la cual mostraba la trayectoria calculada de una de las anomalías del hiperespacio mientras viajaba hacia el interior del sistema. "Necesitamos destruir esta cosa antes de que mate a alguien. Tal vez a muchos. El problema es que nuestras computadoras de rastreo no pueden calcular la trayectoria. La anomalía se mueve muy rápido. A lo mucho, diría que tenemos posibilidades de una en tres de atinarle al blanco."
El Capitán Bright sacudió su cabeza, sus tentáculos golpeaban sus hombros. Sabía que debería reprender a Innamin por cuestionar sus órdenes. El muchacho lo hacía todo el tiempo, era joven para un humano, poco más de dos décadas de vida, y creía saberlo todo. Bright generalmente lo dejaba salirse con la suya. La vida era demasiado corta, y las naves que volaban eran, normalmente, muy pequeñas para agregar tensión innecesaria a la mezcla. Una pregunta seria de vez en cuando no era exactamente insubordinación.
Una posibilidad en tres, pensó. No sabía exactamente que esperar. Solo... algo mejor que una posibilidad de una en tres de que pudieran completar exitosamente su misión.
La nave tipo Longbeam, llamada Aurora IX, era lo más moderno, un diseño nuevo de los astilleros de la República en Hosnian Prime. No era una nave de combate como tal, pero tampoco podías descartarla. La nave tenía procesadores distribuidos que podían manejar múltiples soluciones de focalización y preparar una ráfaga de fuego bláster, misiles y medidas defensivas a la vez. Tampoco era fea. Bright pensaba que parecía uno de los peces martillo que solía cazar en Glee Anselm, un cráneo grueso y contundente que se encogía en una sola aleta elegante y sinuosa. Era una bestia ruda y bella, sin duda. Por otro lado, su objetivo, uno de los misteriosos objetos que atravesaban el sistema Hetzal, se movía a una velocidad cercana a la de la luz. Había salido del hiperespacio como un proyectil lanzado desde un rifle. La Aurora IX podía ser la más moderna, pero no significaba que pudiera obrar milagros.
Para los milagros estaban los Jedi.
Y estaban, aparentemente, bastante ocupados por el momento.
"Dispara seis misiles," ordenó Bright.
Innamin dudó.
"Es toda nuestra carga, señor. Está seguro..."
Bright asintió. Gesticuló hacia la pantalla de Innamin. El indicador rojo de peligro, el proyectil, estaba en una trayectoria de colisión contra un objeto verde, representando una estación de carga solar equidistante entre cada uno de los tres soles de Hetzal. La cosa aún estaba lejos pero se movía cada vez más cerca.
"La anomalía se dirige a ese colector solar. Los datos que tenemos de Hetzal Prime indican que la estación tiene siete tripulantes a bordo. No podemos llegar a tiempo para evacuarlos antes de que sea impactada, pero nuestros misiles podrían. Si tenemos una posibilidad en tres de destruir el objeto, entonces mandar seis duplica nuestras posibilidades. No son las mejores probabilidades, pero..."
El otro miembro de su tripulación, el Alférez Peeples, movió su trompa como si fuera a hablar, pero Bright lo silenció con un movimiento, continuando sin detenerse.
"Si, Peeples. Se que mis cálculos están equivocados. Estoy más preocupado por otra ecuación: Si disparamos seis misiles, podemos salvar a siete personas. Veamos que podemos hacer."
Los sistemas de focalización de la Aurora IX resoplaron, ya sin parecer de lo más moderno, al tiempo que el punto rojo se acercaba a las personas que estaban en la granja solar sin manera de escapar. La Longbeam se dirigía al colector solar a velocidad máxima, minimizando la distancia que sus misiles tendrían que viajar, un interesante problema de trayectorias y aceleración y física, algo que despertaba los instintos tridimensionales de Bright después de vivir toda una vida debajo del agua. Sacudió su cabeza, otra vez, haciendo que sus tentáculos que emergían de la parte trasera de su cráneo hicieran sonidos como crujidos, enojado consigo mismo por distraerse cuando había gente que estaba rezando por sus vidas.
Los misiles fueron disparados, seis sonidos retumbaron por el casco de la nave, y la Aurora IX ahora solo tenía lásers. Los misiles dejaban pequeños rastros de humo marcando su camino. Estuvieron fuera del alcance visual en un instante, acelerando a su velocidad máxima en segundos.
"Misiles lanzados," dijo Innamin.
Ahora estaba todo en las manos del elegante procesador distribuido, esperando que hubiera trasmitido de manera efectiva la solución de focalización a los misiles. Tal vez los seis impactarían. No era imposible.
La tripulación miró al mismo tiempo la pantalla que rastreaba los seis misiles, la veloz anomalía y su propia nave, así como el colector solar que se convertía rápidamente en el punto de convergencia de todos los objetos.
El primero de los misiles destelló y se apagó en la pantalla. Nada había cambiado.
"El primer misil falló," dijo Innamin, sin necesidad de hacerlo.
Dos misiles más se desvanecieron. Bright levantó la mano antes de que Innamin volviera a hablar.
"Todos podemos ver, Contramaestre," dijo.
Dos fallas más. Quedaba un misil. Todo lo demás seguía sin cambios.
El último misil se desvaneció de la pantalla, lejos de la anomalía. Un suspiro de desesperación brotó de todos los presentes.
"¿Blásters?" preguntó Bright, sabiendo la respuesta.
"Lo siento, señor," dijo el Alférez Peeples, su voz aguda, casi un lloriqueo. "Incluso el mejor artillero del universo fallaría ese tiro, y yo apenas estoy entre los diez mejores."
Bright suspiró. La especie de Peeples tenía un sentido único del humor, no solo de los chistes, que generalmente eran decentes, sino del momento apropiado para decirlos.
"Gracias, Alférez," dijo Bright.
El colector solar ya era visible en el parabrisas, una enorme estructura larga y delgada, como uno de los corales de plumas en el mar natal de Bright. Cientos de brazos largos estaban organizados en una espiral que salía de una esfera central, en donde la tripulación vivía y trabajaba. Cada uno de esos brazos tenía ojos de recolección a lo largo, que parpadeaban y rotaban almacenando la luz de los tres soles que hacían que Hetzal Prime y sus lunas tuvieran temporadas de cosecha tan largas. El colector regresaba la energía hacia los mundos de cultivos, almacenándola y enviándola a través de tecnología propietaria que era el orgullo del sistema.
El colector era hermoso. Bright nunca había visto algo así. Parecía como si hubiera crecido en vez de ser construido, y tal vez era así. Se decía que todo tipo de cultivo de la galaxia podía crecer en los mundos de Hetzal. Tal vez eso también aplicaba a las estaciones espaciales.
Entonces, un destello, demasiado rápido incluso para los enormes ojos oscuros de Bright, diseñados por la evolución para mirar los detalles en los mares sin luz de Glee Anselm. En un instante, el colector solar había sido destruido. En un instante estaba intacto, realizando sus funciones. Al siguiente instante, era consumido por las llamas, la mitad de sus brazos recolectores destruidos, flotando lentamente por el espacio.
La esfera central permanecía, aunque estaba rodeada por las llamas en su casco exterior, la danza sin sonido de las llamas en gravedad cero. Mientras Bright miraba, las luces exteriores parpadearon y se apagaron.
Bright se puso la mano en la frente. Pestañeó, también. Una vez, lentamente.
Y se giró hacia su tripulación.
"No sabemos con certeza si la gente a bordo de la estación ha muerto," dijo, mirando las caras solemnes de su tripulación.
"Me gustaría intentar un rescate, pero eso," y apuntó hacia el parabrisas en dirección al colector solar que se incendiaba, y se hacía más grande al tiempo que la Aurora IX se aproximaba, "podría colapsar en cualquier momento. O explotar. O implotar. No lo se. El punto es, que si estamos atracados cuando eso suceda, también moriremos."
Bright tocó uno de sus tentáculos con la punta de un dedo.
"Soy un Nautolan, un hecho que ustedes conocen. Piel verde, enormes ojos negros, ¿qué otra cosa podría ser? Lo que ustedes no saben es que éstos tentáculos me dejan captar las feromonas de otros seres, las cuales puedo traducir en sus estados emocionales. Así es como se que ustedes están... aterrorizados."
Peeples abrió la boca, y de alguna milagrosa manera, lo pensó dos veces antes de hacer un chiste y la cerró de nuevo.
"Entiendo que estén asustados," continuó Bright, " pero tenemos un deber. Lo se y ustedes también lo saben. Debemos hacer esto."
Innamin y Peeples se miraron y voltearon hacia su capitán.
"¿Todos somos la República, cierto?" dijo Innamin.
Bright asintió. Sonrió, mostrando sus dientes.
"Lo somos, Contramaestre."
Apuntó a Peeples.
"Alféres, llévenos hacia allá."
Escrito por Charles Soule.
Traducido por Mario A. Escamilla
Original de: Light of the Jedi Extended Excerpt.
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