martes, 12 de julio de 2016

Malakili: nuevo extracto de Aftermath Life Debt

El extracto a continuación es una pequeña sección de Star Wars Aftermath: Life Debt, el segundo libro de la trilogía Aftermath por Chuck Wendig. Situada después de los eventos del Regreso del Jedi, Life Debt sale hoy a la venta.




Es difícil ser una criatura sin propósito.

El propósito del hombre, Malakili, era darle propósito a dichas criaturas. Siempre fue bueno con las bestias. En su infancia en los arrabales de Nar Shaddaa, le enseñaba a los viciosos gugverms a dejar de robar a las tiendas de comida, y con el tiempo se convirtieron en sus mascotas, sus amigos, sus protectores. Después, ayudaría a domar y a preparar una gran variedad de bestias para los circos de los Hutts: dragones de las arenas y kill-wings y pequeñas ratas womp en sus pequeños disfraces. Y después, su más preciada alegría, los rancors. Esos, los monstruos que nadie más que él podía domar.

Y ahora su último rancor, Pateesa, está muerto.

Aplastado por un tonto suertudo vestido de negro.

Peor aún, su patrón se ha ido, erradicado por el mismo tonto con suerte y sus crueles amigos. Malakili y los demás se quedaron en el palacio después de que la barcaza de Jabba hiciera erupción, ahora todos ellos no están seguros sobre qué hacer exactamente. Un nuevo Hutt vendrá a ocupar el trono, dicen. Así que muchos se quedaron mientras la comida comenzaba a escasear y el agua se acababa. Pronto ellos también se alejaron, hacia las arenas y lejos de las dunas. No vendría ningún Hutt. La galaxia estaba cambiando. ¿Podría ser que los Hutts estuvieran luchando? ¿Alguna guerra del bajo mundo que enfrentara gusano contra gusano?

Malakili fue uno de los últimos en el palacio.

Y entonces un día, también él, se fue.

Pensó que podría también domesticar la gloriosa monstruosidad en el fondo de la Gran Fosa de Carkoon (y, si fallaba, se aventaría el mismo hacia sus fauces), pero el poderoso Sarlacc estaba herido. Los restos incendiados de la barcaza le habían caído encima. Su cuerpo, considerablemente más grande que la boca expuesta en las arenas deslizantes, estaba parcialmente desenterrado, sus estoma-tubos tenían hendiduras abiertas, sus entrañas digestivas habían sido saqueadas por laboriosos Jawas. Habían extraído armas y armaduras, droides y herramientas. Y esqueletos, por supuesto.

La criatura de Carkoon tenía un propósito puro, esperar y comer, y ahora la habían dejado estremecerse y gemir tras los golpes de los saqueadores. Malakili lloraba al ver otra vida sin propósito.

Vagó sin rumbo, como muchos otros. Se sentía como un retazo de tela, un pedazo de basura volando a través del desierto, empujado hacia aquí, empujado hacia allá. Rodando sin destino. Sin significado.

Y ahora, piensa. Voy a morir.


Escrito por Chuck Wendig
Traducido por Mario A. Escamilla

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