En el extracto de la novelización de Star Wars: The Rise of Skywalker Expanded Edition, Leia le enseña a Rey los caminos de la Fuerza, mientras recuerda uno de sus entrenamientos con Luke.
La novela sale a la venta en Estados Unidos el 17 de marzo.
Rey se sentó con las piernas cruzadas y los ojos cerrados. No recordaba haberse levantado del piso, pero estaba vagamente consciente de que de alguna manera había terminado por flotar. Guijarros y piedras flotaban a su alrededor, como un campo de asteroides orbitando su sol. La Fuerza fluía a través de ella, la mantenía a flote, la conectaba con todo. La exuberante selva de la luna de Ajan Kloss pululaba de vida. Podía sentir cada árbol y arbusto, cada reptil e insecto. A unos cuantos pasos, oculta en su madriguera, una pequeña criatura peluda acicalaba la piel de sus cuatro crías.
"Eso es, Rey", se escuchó la voz de Leia, grave y tranquilizadora como siempre. "Muy bien. Tu conexión se vuelve más fuerte cada día. ¿Puedes sentirla?"
"Si."
"Ahora, expándete. Si tu mente está lista, podrás escuchar las voces de los que han existido antes."
Rey inhaló por su nariz y trasladó su conciencia al vacío. La paz y la calma eran claves, decía Leia siempre. Se expandió, buscó, sintió la brisa en sus mejillas, olió el suelo arcilloso, húmedo por las lluvias recientes.
"Estén conmigo, estén conmigo, estén conmigo," murmuró. Pero, no escuchó nada excepto el viento en los árboles y el chirrido de los insectos."
"¿Rey?"
No quería admitir que estaba fallando, así que en lugar de ello dijo, "¿Por qué detuvo su entrenamiento con Luke?" Sus palabras sonaron demasiado cortantes, como un desafío.
Leia lo tomó con calma. "Otro tipo de vida me llamó."
Con los ojos aún cerrados, Rey preguntó, "¿Pero cómo supo?"
"Un sentimiento. Visiones. De como podía servir a la galaxia en una forma diferente."
"¿Pero cómo supo que esas visiones eran ciertas?" presionó Rey.
"Lo supe." Pudo escuchar la sonrisa en la voz de Leia.
Rey no podía entender como Leia estaba tan segura. De todo.
"Atesoré cada momento que pasé con mi hermano," añadió Leia. "Las cosas que me enseñó... Las usaba cada día. Una vez que tocas la Fuerza, es parte de ti para siempre. En el transcurso de los años, continué aprendiendo, creciendo. Había veces en el Senado donde las meditaciones que había practicado con Luke fueron lo único que evitó que causara un incidente galáctico."
Rey frunció el cejo. Leia no necesitaba paciencia. Podía haber hecho que cualquiera hiciera lo que ella dijera, con el poder de la Fuerza. ¿Seguramente había sido tentada a hacerlo?
"¿Se enojó Luke? ¿Cuando lo dejaste?" Esperó que Leia se diera cuenta de que podía hablar y flotar al mismo tiempo ahora. Eso era progreso, ¿no?
Leia hizo una pausa para considerarlo. "Estaba decepcionado. Pero lo comprendió. Creo que tenía la esperanza de que regresara a entrenar algún día."
Rey casi se rió. "Debió haber sabido." Una vez que Leia tomaba una decisión, se quedaba con ella.
"Le di mi sable de luz para convencerlo. Le dije que se lo diera a algun estudiante prometedor un día." Pero la voz de Leia se había contraído. Rey sintió que estaba ocultando algo.
"¿Dónde está su sable de luz ahora?"
"No tengo idea. Ahora, deja de intentar distraerme," dijo Leia...
Leia miró a Rey correr hacia lo lejos, con un atisbo de sonrisa en sus labios. Entrenar a la chica siempre la llenaba de orgullo, pero también de temor. Rey era una estudiante maravillosa y exasperante. Se frustraba con todo aquello que no entendía rápidamente, sin darse cuenta de la rapidez con la que entendía las cosas.
No podía juzgarla, eso sí. Leia había exasperado a Luke de igual manera. Además, había algo con envejecer que hacía que su conexión con la Fuerza fuera más potente. Cuando el cuerpo comenzaba a fallar, la mente tomaba su lugar, evitando el estorbo de las habilidades físicas. La verdad era que, Leia no podría correr a través de la jungla aunque lo quisiera. La paz y la calma le llegaban fácilmente porque era lo que su cuerpo ansiaba.
Entonces, tal vez Leia nunca había sido joven. Cuando tuvo la edad que tenía Rey ahora, ya estaba liderando una rebelión.
Rey podría ser una gran líder algún día, y lo sería, si Leia tenía algo que ver en ello. La chica tenía a la oscuridad dentro de ella, igual que Ben. Pero Leia no cometería los mismos errores que había hecho con su hijo. No le daría pie al miedo, no al miedo de que la oscuridad creciera en su pupilo ni miedo a su propias deficiencias como maestra. Y lo más importante, no enviaría lejos a Rey.
Leia volteó y comenzó a caminar hacia la base. Extendió una mano y dejó que sus dedos siguieran el contorno de los arbustos y los helechos de hojas anchas que se alineaban a su paso. Ajan Kloss le traía tantos recuerdos. Años atrás, había entrenado aquí con Luke, quien lo había llamado "un Dagobah bonito." Había dicho que era igual de húmedo, cálido, verde y lleno de vida como el planeta en donde había entrenado con Yoda, excepto que no olía mal.
Llegó a un claro. A su derecha, un enorme árbol con un tronco grueso se extendía hacia la luz del sol, desplegando un dosel de ramas que daba sombra al claro, evitando que cualquier otra cosa creciera, excepto los arbustos y un pasto muy corto. Leia había entrenado aquí, en este mismo lugar. Había extendido sus manos y tocado el árbol con respeto. Una enorme bola de corteza se había formado para cubrir una vieja herida. Casi estaba cerrada.
Leia había dañado el árbol. Había aventado el sable en dirección hacia Luke y había fallado, cortando el árbol en su lugar. El árbol había tratado de curarse por más de dos décadas.
Oh, Luke, espero estar haciendo lo correcto, pensó. Leia no era una Maestra Jedi, pero había aprendido de los mejores. Y no solo de Luke; en el transcurso de los años también había escuchado ocasionalmente las voces de Obi-Wan Kenobi a través de la Fuerza, y aún más raramente, la de Yoda. Algunos días parecía que aprendía de la Fuerza misma. Era principalmente una política y una general, pero había aceptado su legado como Jedi y lo había aceptado en la medida de lo posible.
Y tal vez eso era lo que Rey necesitaba: entrenamiento en la Fuerza no con un Maestro formal, sino con alguien que estuviera más enraizada en las actividades diarias de la vida y la supervivencia. Obi-Wan no había impedido que Vader cayera en el lado oscuro. Luke había fallado de la misma manera con Ben. Ella no le fallaría a Rey.
Los insectos cantaban mientras ella caminaba. Los pájaros gorgoteaban por encima, y los pequeños anfibios emitían sus cantos de apareamiento. Era extraño como un lugar tan estridente podía ser tan pacífico. El ruido era tan alto, siempre presente, y tan tranquilizador, que era casi tan perfecto como el silencio.
Hacía muchos años, poco después de la Batalla de Endor, había descubierto el poder meditativo del sonido. Ella y Luke se habían ausentado para entrenar, y de alguna manera había terminado parada de manos mientras Luke la intentaba distraer con burlas amistosas. Aun con ayuda de la Fuerza, sus hombros habían comenzado a dolerle, y sus brazos temblaban. Habían pasado una hora peleando con sus sables de luz y su cuerpo estaba exhausto.
"Sabes," dijo Luke, con voz presumida, "cuando hice esto en Dagobah, Yoda estaba sentado sobre mis pies."
Lo decía muy a menudo, Cuando hice esto en Dagobah... Era molesto y no ayudaba en nada. Así que Leia se lo recordó. "Estas siendo molesto y no me ayudas en nada."
"Y lo hice con una sola mano," añadió él.
Estaba tratando de provocarla, de enseñarle una lección sobre enojo e impaciencia, y todos esos disparates. Luke había olvidado que su estudiante era una magnífica estratega que se había beneficiado de una educación en la realeza. Leia no iba a dejarse provocar.
En su lugar, pensó. Extendió su control en la Fuerza, dejó que fluyera a través de ella como la sangre por sus venas. Un pequeño insecto comenzó a frotar sus mandíbulas, silbando una canción aguda y dulce.
Un instinto la guió, y Leia se enfocó en el sonido. Era hermoso, puro, etéreo, completamente distanciado de las preocupaciones del liderazgo y de la enseñanza, del fracaso y del aprendizaje.
Enfocándose y con deleite, Leia se levantó del suelo.
Flotó boca abajo, con los pies apuntando al cielo. Después de un momento, levantó sus brazos y los mantuvo paralelos al piso.
Pero era una estudiante, nueva en los caminos de la Fuerza, y cuando regresó su conciencia, se dio cuenta de lo que había hecho, y manoteó hacia el piso como si fuera a caerse.
Lo hizo justo a tiempo, su cuerpo colapsó y se encontró de repente hincada en el lodo. No importaba. Lo haría mejor la próximoa vez.
Leia levantó la cabeza y vio como Luke la observaba con la boca abierta.
"¿Alguna vez hiciste eso con Yoda?" no pudo evitar preguntarle.
El negó con la cabeza.
"Puedo hacerlo incluso mejor," insistió ella. "Flotar por más tiempo."
Luke recuperó la voz. "Me harás un mejor maestro," dijo
No era la respuesta que ella había esperado. "¿A qué te refieres?"
Se inclinó, ayudándola a levantarse. "Tu manejo de pies es terrible," dijo. "No me malinterpretes, estás progresando con el sable de luz, pero... haces otras cosas. De manera natural." Su cara se puso roja. "Lo que quiero decir es que, eres excepcional. Solamente... diferente."
Había sonreído, con esa sonrisa de granjero que había conservado siempre hasta la noche de la traición de Ben.
Leia se sacudió el recuerdo con un esfuerzo. Los recuerdos llegaban rápidamente y con intensidad en estos días.
No obstante, estaba contenta con este recuerdo. Sería la clave para entrenar a Rey. Leia y Rey eran diferentes, los últimos restos de una Orden muerta, y juntas, forjarían un nuevo camino.
Escrito por Rae Carson.
Traducido por Mario A. Escamilla.
Original de Leia Reflects on Training with Luke in the Star Wars: The Rise of Skywalker Novelization – Exclusive Excerpt
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