lunes, 30 de septiembre de 2019

Primer extracto de Resistance Reborn

La novela Star Wars: Resistance Reborn, escrita por Rebecca Roanhorse, es una precuela a la película Star Wars: El Ascenso de Skywalker, y sale a la venta en Estados Unidos el próximo 5 de noviembre. En ella, el remanente de la Resistencia debe juntar fuerzas y continuar en la lucha contra la Primera Orden. Si esperan sobrevivir, la Resistencia deberá viajar a través de la galaxia, buscando más líderes. No será fácil.

En este extracto, que sucede poco tiempo después de los eventos de Star Wars: Los Últimos Jedi, Leia y Rey entablan una conexión a bordo del Halcón Milenario, discutiendo sobre a lo que se enfrentan y sobre quienes han caído en el camino.



Un agudo dolor en su sien detuvo en seco los pensamientos de Leia. Cerró sus ojos en repentina agonía. Estos dolores de cabeza eran un efecto secundario del proceso de curación, le había dicho el droide médico. Creía que durarían por algunas semanas más, pero entre los dolores de cabeza, las pesadillas de estar perdida en el espacio, y el duelo de haber perdido amigos y familia, Leia estaba exhausta. Lo que no daría por un momento de relajación, o de seguridad; unos cuantos días, incluso unas pocas horas de saber que todo estaría bien.

"¿General Organa?"

La voz provino detrás de ella y Leia giró para encontrarse con Rey de pie en el pasillo. La chica vestía una versión de su ropa de chatarrera con la que se había vestido el día anterior, pero ahora Leia reconocía toques de influencia Jedi en el conjunto. Está cambiando, pensó Leia, pero aún queda algo de Jakku que no ha dejado ir. Pero tal vez eso no era justo. Tal vez Rey simplemente se aferraba a las cosas simples que conocía en medio de este mar de caos, como le sucedía a todos. Hablando de cosas simples, Rey tenía una taza humeante en sus manos y cuando vio que Leia se daba cuenta, la acercó.

"Le traje una taza de té de Gatalenta," dijo Rey.

Leia sonrió. "¿Lees la mente?"

"¿Qué... como un Jedi? Yo... No..."

"Solo estaba pensando lo mucho que desearía una taza de té," dijo Leia, queriendo evitar la embarazosa situación. "No hay nada de Jedi en eso. Solo..." hizo un gesto para que Rey se acercara, "una sorpresa muy bienvenida. Gracias. Y por favor, llámame Leia."

Rey asintió, visiblemente aliviada, y se apresuró. Leia tomó la taza de sus manos. La fragancia inmediatamente llenó su nariz, y pudo sentir como se relajaban los músculos en sus hombros.

"Puedo traerle algo más fuerte si quiere," dijo Rey, apuntando hacia la cocineta, de donde obviamente había venido. "Creo que Chewbacca guarda un poco de caf allí."

Leia sopló en la bebida caliente, mandando pequeños zarcillos de vapor flotando por el aire. "Me sorprende que haya tenido ésto." Ah, pero probablemente no era Chewbacca quien tenía un poco de té de Gatalenta en el Halcón Milenario, sino Han. Oh, Han. También se ha ido.

"Y ahora la he puesto triste," dijo Rey, mirando la expresión en la cara de Leia.

"Tú no," la corrigió Leia. "La vida. Esta guerra. Tu eres una luz en la oscuridad." Gesticuló hacia el asiento a su lado.

"No pensaba quedarme. Solo escuché su voz aquí y pensé que podría necesitar el té."

"Bueno, tuviste razón, e insisto en que te quedes. Me serviría la compañía, y me pones nerviosa estando de pie. Por favor." Volvió a hacer un gesto hacia el asiento y esta vez Rey se sentó, metiendo sus manos bajo sus muslos y sonriendo desgarbadamente. "Bien," dijo Leia, pacientemente, intentando que la chica estuviera tranquila, "¿no está mejor así?"

Rey asintió. Las dos se sentaron en silencio mientras Leia tomaba sorbos de su té y Rey miraba hacia todos lados, finalmente fijando su mirada en la consola de comunicaciones. Leia siguió su mirada.

"¿Por qué no estás dormida como todos los demás?" preguntó Leia.

"Oh, ¿yo? No he dormido mucho en estos últimos días," dijo Rey en voz baja. "Tengo muchas cosas en la cabeza."

"Conozco ese sentimiento."

Rey no dejaba de moverse en su asiento, los ojos en todos lados menos en Leia. Vaya, esta chica está nerviosa. No había parecido tan nerviosa cuando se conocieron. Pero habían pasado muchas cosas desde entonces, o tal vez tenía algo en mente.

"Rey..." comenzó.

"Escuché que hablaba con alguien," dijo Rey apresuradamente. "¿Finalmente logró comunicarse con nuestros aliados?"

"Aún no," confesó Leia. "Esa llamada era de un par de pilotos que están explorando, pero, y espero que esto no salga mal, necesitamos más que pilotos. Necesitamos liderazgo. Los pilotos son cruciales, pero la Primera Orden acabó con Holdo, Ackbar y otros." Suspiró, sentía la congoja hasta en los huesos. Les había llamado líderes, si, pero también habían sido amigos. Gente que había conocido casi toda su vida, ahora se habían ido. "Necesitamos estrategas, pensadores, aquellos con los medios y la voluntad de sacarnos adelante. Inspirar a otros a hacer lo mismo."

"No los conocí," admitió Rey. "Siento mucho su pérdida."

Leia asintió. "Todos hemos perdido a alguien."

Finalmente, Rey la miró de frente, se veía una pregunta en sus ojos. Tal vez quería hablar sobre Luke, pensó Leia. Hablamos sobre él, pero brevemente. Reconocimos que estuvo en paz hacia el final. Pero entonces Rey dijo...

"Kylo Ren. El es su hijo..."

Ah. Leia asintió y bebió de su taza cada vez más fría. Rey se movió incómoda en su asiento.

"¿Qué le pasó?" preguntó finalmente. "Digo, ¿cómo se volvió al lado oscuro? Empezó en la luz, ¿no es así? Me contó una historia sobre Luke, acerca de su entrenamiento." Exhaló. "Creo que solo quiero entender."

"Yo también."

"¿Entonces no sabe?"

"Creo que tendrás que preguntarle a Ben qué fue lo que le pasó."

"Quería que me uniera a él, pero no pude. Pensé que podía ayudarlo, pero solo quería que me volviera como él."

El semblante de Rey se ensombreció, y Leia pudo ver su dolor. La chica se preocupaba por Ben, y él la había decepcionado. "Ben tomó su decisión," dijo Leia. "Nadie puede salvarlo más que él mismo. Y no se si lo quiere hacer."

Rey asintió, clavando su mejilla. "Lo sé. Digo, racionalmente lo sé, pero creo que tenía la esperanza."

"La esperanza es buena," dijo Leia, su voz llena de comprensión. "La esperanza es importante, y a veces es todo lo que tenemos. Pero," dijo, sonriendo, "¿qué tiene que ver la esperanza con ser racional?" Le ofreció la mano y Rey se estiró para tomarla, presionando su palma con la de Leia y apretando fuerte.

"No sé como voy a hacer todo esto," murmuró Rey.

"Pero lo harás," dijo Leia, su voz un poco más alta, llena de resolución. "Y no estarás sola. Estaremos aquí contigo."

Rey pareció estabilizarse, y una sonrisa floreció brevemente, la primera desde su arribo.

Sonó una alarma en la consola y Leia contestó. "¿Hola?" dijo hacia el micrófono. "Identifíquese."

"¡General Organa! ¡Soy Poe!"

"Poe." Giró un poco en dirección contraria a Rey. "¿Dónde estás? ¿Cuál es tu situación?"

"Ikkrukk. Estuvo cerca, pero el Escuadrón Negro lo logró. No hubo bajas aunque Jess y Suralinda quedaron muy golpeadas. Pero puedo reportar que Ciudad Grail está segura. Hicimos huir a la Primera Orden."

Finalmente una buena noticia. "Maravilloso, Poe. ¿Y la primera ministra, Grist? ¿Está bien?"

Hubo una racha de estática y Poe regresó. "Puedo confirmar que si, la Primera Ministra Grist sobrevivió. Y nos ha invitado a una fiesta."

Leia miró a Rey, quien esbozó una sonrisa.

"Poe, ¿puedes hacerme un favor?"

"Cualquier cosa, General."

"Ve a la fiesta de Grist y dime cuál es la actitud de los invitados sobre la Primera Orden."

"Bueno, considerando que la Primera Orden los atacó, me imagino que no están muy contentos ahora."

"Tal vez no públicamente. Necesitas mirar más allá de sus palabras, Poe. Mantente alerta sobre las cosas sutiles. Fíjate quien sigue sin criticar a la Primera Orden, o quien la critica abiertamente, como para demostrar su lealtad. Fíjate quien no asiste a la fiesta. ¿Alguien se declaró partidario de la facción separatista?"

Pasó un momento en el que Poe claramente hablaba con alguien más. "No puedo confirmarlo. Pero estaré al pendiente."

"Hazlo. Y asegúrate que Grist esté dispuesta a unirse a la Resistencia. Esa fue la razón por la que estaba ahí el Escuadrón Negro desde un principio. Resultaron llegar en el momento adecuado, así que esperemos que eso nos sirva de algo."

"Está bien. ¿Algo más, General?"

"Si. Diviértanse. Sobrevivieron la batalla y están vivos un día más. Asegúrense de disfrutarlo."

"Volar es la única alegría que necesito, pero la entiendo, General. Enterado."

"Y avísame a donde se dirigirá el Escuadrón Negro a continuación. Ciudad Grail fue una gran victoria, pero falta mucho por recorrer."

"Enterado," repitió. "Está bien, Poe fuera."

La transmisión terminó y Leia se reclinó, la vieja silla crujiendo bajo su peso.

"Bueno, eso estuvo bien," dijo Rey, sacudiendo los pensamientos de Leia. Se había olvidado que estaba allí, era tan silenciosa.

"Si, lo es." Admitió Leia. "Pero es apenas una gota en una cubeta que necesitamos llena."

"Pero cada gota cuenta, ¿no? Una gota aquí, otra gota allá, y antes de que se de cuenta, tenemos un océano."

Un océano. ¿Que podía saber de océanos una chica que había crecido en Jakku? Pero Leia dijo, "me gusta como piensas, Rey. Si, tienes razón. No debemos minimizar lo que Poe y su Escuadrón Negro han logrado. Ahora, ¿por qué no descansas un poco?"

Como si estuviera planeado, Rey bostezó. "Si, tal vez deba hacerlo. Estaba trabajando en el compresor. La humedad de Ahch-To causó que se acumulara condensación en la cubierta. Necesito limpiarlo, encontrar la fuga y sellar..." Apretó sus labios. "Estoy seguro que esto no le importa." Se levantó de su asiento.

"Al contrario, estoy contenta de que estés cuidando la nave de Han." Leia levantó la taza. "Gracias de nuevo por el té."

Rey asintió y salió del cuarto.

Ahch-To. Por supuesto. Ahí fue donde Rey encontró a Luke. Tal vez la chica sabía algo acerca de los océanos, después de todo. Y tal vez esa era una lección para Leia, también.

Sacudió su cabeza con tristeza, y volvió a la consola de comunicación. Lo intentaría una vez más, se dijo a sí misma, y entonces seguiría sus propios consejos y trataría de dormir un poco. Hoy eran gotas, pensó, y mañana sería un río. Y tal vez, eventualmente, un enorme mar que pudiera enfrentarse a la Primera Orden. Parecía improbable, pero improbable era lo único con lo que contaba.

Leyó otra vez su lista de aliados, empezando por el comienzo.


Escrito por Rebecca Roanhorse.
Traducido por Mario A. Escamilla.

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