viernes, 30 de octubre de 2020

FACPOV: The Empire Strikes Back, extracto

Boba Fett robó cámaras al ser presentado en 1980 en El Imperio Contraataca, cuando estaba recibiendo órdenes de Darth Vader para cazar a los héroes Rebeldes. "Sin desintegraciones." ¿Pero qué pasaba por la mente de uno de los personajes favoritos en ese momento?

Ésta es la historia que Zoraida Córdova nos contará en "From A Certain Point of View: The Empire Strikes Back", la antología de cuentos cortos que conmemora el 40 aniversario de la película.


 

Boba Fett tenía muchas habilidades pero una sola virtud. Y no era la paciencia.

Después de ser llamando por Darth Vader con la promesa de una nueva recompensa, Boba tomó la imposible decisión de abandonar todo lo que estaba haciendo, y eso incluía su misión actual. No quería que nadie pensara que se estaba volviendo delicado, que no podía encargarse de un trabajo, sin importar lo pequeño que fuera. La víctima en cuestión era un escurridizo Sullustan con papadas caídas que había roto un contrato con Jabba el Hutt. La galaxia estaba llena de idiotas. Pero donde había un idiota, había una caja con créditos que Fett podía obtener.

O que hubiera podido obtener, si la imagen de Vader no se hubiera aparecido con instrucciones que parecían órdenes. No le gustaba recibir órdenes de nadie, pero sabía que no era buena idea decirle no al Señor de los Sith. No era que tuviera miedo de él, o de nada en realidad. No exactamente. Pero era preferible tener al señor Soplidos como aliado en vez de enemigo. Así que Fett le dejó su encargo a un novato en la nómina de Jabba que quería hacerse de una reputación. Nadie podía decir que Fett no echaba un hueso al piso de vez en cuando.

Mientras esperaba las coordenadas en la quietud de su nave, Fett miró su reflejo. Un pensamiento fugaz le recodó que necesitaba una afeitada, cuando sus sensores se iluminaron con una transmisión. Ajustó el curso de la Slave I y se dispuso a viajar a... un campo de asteroides. Apenas esquivó una enorme roca que se dirigía hacia su cabina. Nada que no pudiera manejar, pero una advertencia hubiera sido bien recibida. Transmitió su código de entrada y aterrizó en el hangar del Executor solo para que le dijeran que esperara. Espere. Hubiera podido llevar a su presa con Jabba, tal vez incluso gozar de una bebida fría con Chalmun y aún tener tiempo de sobra para llegar aquí. 

Fett respiró profundamente y se pasó la mano por su cabello cortado al ras, se aseguró su casco, checó su blaster y desembarcó. Tuvo que admitir que el acorazado de Vader era bastante impresionante. Pulcro y metálico de tal forma que hacía que el grupo de naves de los caza recompensas parecieran un montón de chatarra de los Jawas. Los stormtroopers y un grupo de oficiales se movieron rápidamente. Captó las caras de desprecio de varios de ellos. Incluso escuchó su nombre de los labios de un oficial pelirrojo. Boba Fett.

Tuvo el sentimiento de que su presencia no era bienvenida, ni la de los otros cinco caza recompensas caminando por ahí. Inclinó la cabeza hacia Bossk y Dengar. Los otros tres le sonaban conocidos, pero la mayoría de los caza recompensas eran solo un borrón en su memoria. Dos droides y un Gand con un respirador circular que parecía un excelente blanco. Boba Fett no dijo nada, simplemente esperó junto a los demás.

"Boba," le dijo Bossk en un silbido.

 Cuántas veces tendría que decirle al viejo Trandoshan que era Fett, o Boba Fett. Ya no era un niño pequeño. Claro, tenían historia juntos. Probablemente era lo más cercano a un amigo, si realmente quisiera tener un amigo.

Antes de que Fett pudiera responder, uno de los oficiales vestidos de negro se acercó. "Éste grupo. Síganme." 

Éste grupo. ¿Se sentirían amenazados por el hecho de que Vader los había llamado para hacerse cargo del trabajo? Boba Fett se mofó. Típicos Imperiales.

Los droides de protocolo y centinela, convertidos en caza recompensas, siguieron los pasos del oficial, quien comenzó a caminar por los corredores iluminados, al tiempo que los pisotones metálicos y de botas se unían en una cadencia rítmica.

A su izquierda pudo oler a Dengar antes de que se pusiera a su lado, presionando su rifle bláster Valken-38 hacia su pecho. El tipo había gastado prácticamente la mitad de sus créditos comprando ese incienso raro de Felucia que se pegaba a la bufanda que usaba todo el tiempo. Cuando trabajaban juntos, Fett nunca lo había visto lavar su ropa. No era como si los caza recompensas fueran higiénicos. Fett frotó una mancha café en su guantelete evitando preguntarse qué tipo de sustancia había sido.

"¿Alguna idea de que tipo de trabajo es éste?" pregunto Dengar. Su voz era mas ronca de lo que Fett recordaba.

Miró hacia arriba y hacia abajo de los corredores. Los oficiales corrían de un lado a otro. Pudo sentir una ligera inclinación, como si el Executor estuviera dando un brusco giro persiguiendo algo. O a alguien.

"Te apuesto veinte créditos a que se trata del Halcón Milenario."

"Tomaré esa apuesta," sonrió Dengar.

Bossk gruñó, alcanzándolos. "Dejé otro trabajo para tomar éste. Valdrá la pena si puedo añadir la piel de ese Wookiee a mi colección."

"El Imperio los busca," musitó Dengar. "Jabba los busca. ¿Cómo es que escoria como Solo termina siendo el más buscado en la galaxia?"

"Entre él y el Wookiee apenas tienen medio cerebro y se unieron a la Rebelión," dijo Bossk.

Dengar se encogió de hombros. "No puedo imaginar como siguen escapándose en esa ruina de nave."

"Es pura suerte," les aseguró Fett. Pero sus instintos le decían que había algo más en esta persecución. Ese había sido siempre el error de Bossk y Dengar. Iban tras sus víctimas, pero nunca se metían en sus cabezas. Había rebeldes dispersos por todos lados, esperando, reagrupándose. Vader estaba obsesionado con esa nave y su tripulación. Recordó su último trabajo para el Señor de los Sith, cazando al piloto que había volado la Estrella de la Muerte en un millón de pedazos sin valor. Se habían conocido en las ardientes dunas de Tatooine, con el aire viciado por los Tuskens calcinados. Fett nunca había visto a nadie disfrutar tanto una muerte. Se consideraba a sí mismo del tipo que dispara y se olvida, pero Vader... Vader era otra cosa. Era la venganza viviente. Fett había hecho algo bueno. Había conseguido el nombre, Skywalker, y se había retirado. Había escuchado rumores de lo que Vader hacía cuando lo decepcionaban. Pero ese nombre le había valido buenos años a Fett. Tal vez había sido tan afortunado como la escoria rebelde.

El oficial Imperial que guiaba a los caza recompensas echó una mirada hacia atrás, incapaz de esconder la sonrisa sarcástica de su pálida cara pecosa. Si miraba una vez más a Fett, se aseguraría de dejársela de forma permanente.

Tras una serie de vueltas alrededor de pasillos que parecían idénticos, era como si la nave completa estuviera diseñada para hacerte sentir que no había escapatoria.

Finalmente llegaron al puente de mando. Caminaron en fila por la pasarela y adivina qué. Esperaron todavía más. Boba Fett miraba la conmoción de los hombres en los uniformes negros, cada uno más pálido y aterrorizado que el siguiente. Por la tensión en el aire, estaba claro que alguien había fallado en su trabajo hacía poco, y todos estaban a las vivas.

"Esperen aquí," les dijo el oficial, se dio la vuelta y se retiró. Claro, claro. ¿A donde banthas se suponía que tenía que ir? ¿Tenía prisa por enseñarles a los oficiales novatos como presionar un botón? ¿Mejorar sus habilidades de tecleo?

Fett evaluó a los otros caza recompensas. El droide asesino era un modelo IG con fotoreceptores rojos que parpadeaban. El otro era un oxidado droide de protocolo que parecía haber cambiado de cabeza. El Gand estaba cerca del droide, y los largos tubos que salían de su cara emitían el olor del amoníaco. Parecía que apenas podría amarrarse los zapatos.

¿Ésto era con lo que trabajaba Vader? No estaba seguro si sentirse confiado o insultado por estar entre ellos.

Fue entonces cuando Boba Fett sintió el cambio en el puente de mando. La manera en que todos los oficiales se agachaban hacia sus pantallas, mirando como los puntos que indicaban cada TIE Fighter parpadeaban en la pantalla. Vader estaba entrando.

El sonido de su respiración presurizada era el más alto en el corredor, puesto que todos los oficiales se enfocaban en sus tareas. Si, vayan e intenten no atraer la atención hacia ustedes, cobardes.

Vader se paró frente a Dengar y luego frente al droide asesino, como si intentara tomarles la medida. Era imposible saber lo que Vader pensaba o sentía. ¿Acaso sentía alguna otra cosa que no fuera rabia? Tal vez Fett podía entender eso. Cuantas ves no le habían dicho que se quitara el casco. "Mírame a los ojos, Boba Fett. Estoy seguro que no eres tan valiente sin tu pequeño casco." El miedo al anonimato era, bueno, un deleite.

Entonces le escuchó. ¿Acaso no se daban cuenta de que las fosas causaban eco? Algún hijo de Hutt había dicho "Caza recompensas, no necesitamos esa escoria". Si claro, si el Imperio no necesitara caza recompensas, entonces ¿porqué estaban repletas las arcas del Gremio con créditos Imperiales? ¿Por qué Vader necesitaba su ayuda cuando una enorme nave, un colosal acorazado lleno de soldados de juguete, no podían hacer el trabajo que Boba Fett claramente haría?

Ese destello de rabia pasó por todo su cuerpo. Bossk murmuró algo en su lenguaje nativo Dosh mientras Vader seguía caminando, su capa ondulándose como una sombra.

"Habrá una enorme recompensa para aquel que encuentre al Halcón Milenario. Pueden usar cualquier método necesario, " dijo, y Boba Fett apretó sus labios a de decir algo. Prefirió no hacerlo cuando Vader se detuvo frente a él. "Pero los quiero vivos." Apuntó un dedo hacia Fett. "Sin desintegraciones."

"Como ordene," replicó Fett. ¿Que otra cosa podría decir? Logras freír a un par de tipos una vez, puramente por accidente, y la gente nunca lo olvida.

Escrito por: Zoraida Córdova
Traducido por: Mario A. Escamilla
Original de: 'Star Wars': Get under Boba Fett's helmet in exclusive 'From a Certain Point of View' excerpt

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