lunes, 17 de febrero de 2020

The Rise of Skywalker - Expanded Edition, Primer Extracto

La novelización de Star Wars: The Rise of Skywalker llega a tiendas el 17 de marzo, pero no es una mera adaptación. Escrita por Rae Carson y ya disponible para preordenar, la novela incluye escenas expandidas y contenido que no se vio en cines, así como algunas cuantas sorpresas, todas ellas obtenidas de escenas eliminadas, material nunca antes visto y la dirección de los creadores de la película. En este extracto exclusivo, Kylo Ren atraviesa Mustafar buscando un artefacto Sith que podría guiarlo hacia el Emperador Palpatine; pero en una nueva secuencia, encuentra a un ser extraño que protege el deseado aparato.



El general Armitage Hux miró, desde una distancia segura, cómo el Líder Supremo Kylo Ren y un escuadrón de stormtroopers se abrían paso entre sangre y destrucción a través de los patéticos colonizadores de Mustafar. La batalla a través de los oscuros bosques de Corvax Fen, uno de los pocos lugares en el infernal terreno del planeta de lava que era suficientemente frío como para sostener vida, si se le podía llamar así. Los áridos árboles crecían entre un nocivo pantano, y el aire estaba cubierto con la neblina. Los bárbaros colonizadores no podían presentar una resistencia decente; sus alabardas y sables arcaicos no eran rivales para la superioridad técnica de un buen blaster, o incluso Hux tenía que admitir, de un sable de luz.


Ren era un instrumento contundente, un perro inconsciente, cuya obsesión actual era atrasar todos los planes de la Primera Orden. El general estaba incluso tentado a entrar en combate él mismo para apresurar las cosas, solo para que pudieran abandonar este horrendo planeta. O al menos estaba tentado si sus habilidades no estuvieran mejor utilizadas en otro lado. Pero era mejor si Ren hacía todo el trabajo sucio, Hux era demasiado valioso como para arriesgarse.

"Es casi hermoso verlo," dijo el Leal General Pryde, de pie detrás de él. El hombre mayor tenía ojos azules arrogantes y una amplia frente que parecía inmune a la sudoración, incluso en un clima infernal como éste. "¿No cree usted?"

Hux se rehusó a darle la cortesía de una respuesta, tal vez porque la verdadera belleza venía de la disciplina, del orden. Así que era casi contra su voluntad que se encontraba absorto en ver como Ren cargaba contra un bárbaro, de frente, con su capa ondeando, la neblina envolviéndolo. El brillo de su sable de luz ocasionalmente iluminaba la cicatriz de su mejilla, haciendo que pareciera una grieta de lava ardiente en su cara. Era como algo extraído de un sueño, o tal vez de una pesadilla, al tiempo que el Líder Supremo impalaba su flamígero guardamano en el abdomen de su atacante, lo levantó del piso, mandándolo a rodar detrás de su espalda. Kylo Ren no se dignó en darle un solo vistazo, simplemente continuó a través del bosque buscando su siguiente víctima.

Pero ya no quedaba nadie. Los cadáveres se desperdigaban por el piso, meros bultos de sombra en la penumbra. El aire olía a ozono y vegetación quemada. Todo estaba misteriosamente silencioso cuando Ren miró a su alrededor, recuperando el aliento. Incluso a tal distancia, Hux podía sentir su decepción de que no habría más muertes, que ya no quedaba como ventilar su furia.

Kylo Ren se recompuso y caminó fuera de los bosques, sus hombros elevados con determinación, el sable de luz aún encendido. El misterioso objeto por el que había venido, lo que los había llevado a cruzar la galaxia, estaba casi a su alcance.

"Se ha vuelto loco," dijo el General Hux, y el desprecio en su voz era obvio incluso para él mismo. "La llama de la rebelión se propaga por la galaxia y Ren persigue un fantasma."

"No," respondió el Leal General Pryde, suave pero con firmeza. "Alguien esta detrás de esa transmisión. Y el Líder Ren no le rendirá cuentas a nadie."

Hux entrecerró sus ojos. Ren definitivamente le rendiría cuentas a alguien, algún día. Pero aún no se daba cuenta de ello.

Kylo Ren no mostraba piedad para nada y para nadie, pero tenía una renuente apreciación para las cosas que se esforzaban por sobrevivir. Incluso aunque el flujo de lava más cercano estuviera a varios kilómetros de distancia, parecía que el aire era demasiado caliente, con demasiados químicos, como para que algo pudiera crecer aquí. Cuando aterrizaron, Hux había dicho que el planeta era un "desolado terreno infernal", y Kylo no se había molestado en corregirlo. La verdad era que, Mustafar estaba lleno de vida, toda conectada a través de la Fuerza. Como esos desdichados cultistas que acababa de asesinar, obsesionados con proteger el legado de Vader. O este bosque de retorcidos árboles de hierro que se molestaban en cultivar. O incluso los organismos extremófilos que pululaban en los flujos de lava. Todos eran frágiles, pero determinados, mutilados pero indomables.

No cabía duda de porqué su abuelo había escogido este lugar como su hogar.

Kylo caminó entre los árboles, el sable de luz aún encendido. Había malevolencia frente a él, además de una oscuridad que no tenía nada que ver con el ciclo de día y noche del planeta. Pero no era esa la razón por la que mantenía su arma lista. Se había rehusado a apagarla porque durante un breve momento, mientras se abría paso a espadazos entre los Mustafarianos, la había sentido. Observándolo. Ahora estaba en guardia y permanecería así hasta que obtuviera por lo que había venido.

Llegando a un acuerdo mutuo silencioso, los stormtroopers que lo acompañaban habían declinado seguirlo a través del bosque, lo que estaba bien para él. Prefería estar solo en esta parte.

Después de unos pasos, el piso se volvió esponjoso. La niebla se espesó. Un ligero chapoteo indicó que su presencia había sido observada. Finalmente, los árboles dieron paso a un pequeño lago con agua salada, rodeado completamente por el bosque y con unos cuantos bultos como peñascos, saliendo del piso en curiosos ángulos. No, no eran peñascos, se dio cuenta al mirarlos de cerca, más bien eran restos del castillo de Darth Vader.

Una capa de aceite cubría la superficie del lago. Pero cuando Kylo se aproximó, el agua burbujeó en el centro, creando pequeñas olas que chocaban con sus botas.

Del centro, emergió una enorme criatura sin pelo, brillando con la humedad, con algunos pedazos de basura del lago pegados a su pastosa piel. Sus ojos estaban cerrados, pero de alguna manera podía ver, porque sobre su enorme cabeza calva se encontraba una segunda criatura con enormes miembros arácnidos. Los dos estaban unidos en simbiosis. Kylo sintió el dolor del gigante, como si fuera esclavo del ser arácnido que se unía a él. Sin embargo, ninguno sería capaz de sobrevivir sin el otro.

La criatura arácnida habló. "Soy el Ojo de la Telaraña del Pantano. Sé qué estás buscando."

"Me lo darás," dijo Kylo.

El Ojo inclinó su cabeza, haciendo un extraño chillido. Le tomó un momento a Kylo darse cuenta que se estaba riendo de él. "No hay necesidad," dijo el Ojo. "¿Realmente crees que mi señor lo hubiera dejado en custodia de alguien que podría ser influenciado por un truco de la Fuerza?"

No, supongo que no.

"Lo has buscado por algún tiempo, ¿no? Debo advertirte, nuestro planeta le prende fuego al engaño. Si continúas por éste camino, te encontrarás con tu verdadero ser."

Kylo gruñía con impaciencia. Mantuvo su mirada en silencio.

"Bien," dijo la criatura, aunque decepcionada de que Kylo no siguiera con la ceremonia. "De acuerdo a los deseos de Lord Vader, has derrotado a mis protectores y te lo has ganado. Su buscador de camino."

El gigante ciego debajo del Ojo levantó su enorme mano del agua y apuntó hacia un pequeño islote en el lago. En él había una estructura de piedra, como un altar.

Kylo apagó su sable de luz y lo enganchó a su cinturón. Vadeó en el lago poco profundo, mojando sus botas y su capa. El agua estaba tibia, y la tierra debajo era un lodo en el que se hundían sus pies. Ignoró todo y trató de alcanzar el objeto piramidal. Cabía de manera satisfactoria en su mano, pesado y caliente, y lo miró por un momento, perdido en su brillo rojo. Los lados estaban hechos de vidrio grabado y enmarcados en resina de color gris oscuro. La luz carmesí en su interior parecía pulsar ligeramente. Ren había viajado mucho para obtenerlo, y aún así dudaba, mirando a la pirámide con desconfianza.

"Te guiará a través de las Regiones Desconocidas," dijo el Ojo. "Hacia el mundo oculto de Exegol. Hacia él."

Quienquiera que fuera el. La transmisión que decía ser de Palpatine había llegado a todas las orillas de la galaxia. Kylo la había memorizado:

Al fin, el trabajo de generaciones está completo. El gran error se ha corregido. El día de la victoria está al alcance de la mano. El día de la venganza. El día de los Sith.

No estaba seguro si lo creía, pero era una apuesta segura que Kylo no era el único que buscaba respuestas. Otros seguirían el mismo camino y llegarían a Mustafar tarde o temprano, buscando este mismo objeto.

¿Acaso su abuelo no lo habría hecho más difícil? Estos cultistas eran demasiado fáciles de matar. Esta criatura era demasiado fácil de convencer. Por supuesto, él era el heredero de Vader. El objeto le pertenecía.

Ahora que lo tenía en la mano, podía ver las marcas en el vidrio convertirse en patrones. Cartas estelares. Marcas de alineación. Algo se agitó dentro de sí, sugiriendo el poder y conocimiento antiguos, y sintió un frenesí de triunfo. Todo había valido la pena, desviar naves, mandar espías, buscar viejos registros, soportar la vanidosa desaprobación del idiota de Hux, todo para encontrar esto.

Kylo miró hacia arriba, y se sorprendió al ver que el Ojo de la Telaraña del Pantano se había ido, había regresado debajo de la superficie de un lago que estaba tan quieto que parecía que nadie vivía  debajo.

¿Que tanto tiempo había pasado mirando a la pirámide?

Kylo Ren no quiso desperdiciar más tiempo. La sangre seca hacía que su cara tuviera comezón, y sus botas y su capa estaban empapadas con el agua del lago, pero en vez de regresar a su nave de comando, la Steadfast, regresó a los demás a sus tareas normales y saltó a su TIE whisper modificado para continuar en solitario con la siguiente parte de su trayecto.

Nadie protestó.

Conectó la pirámide a su computadora de navegación, ajustando los puertos donde indicaban las marcas del cristal. La interfaz de navegación se encendió al registrar la nueva información, pero también emitió una alarma.

Puesto que esas coordenadas lo llevarían más allá de las Orillas Occidentales, hasta las Regiones Desconocidas. Kylo anuló las alarmas y saltó al hiperespacio. Las estrellas se convirtieron en corrientes de materia.

Las Regiones Desconocidas permanecían sin cartografiar debido a una caótica red de anomalías que creaban una barrera casi impenetrable para la exploración: solo los más temerarios o desesperados se aventuraban allí, criminales, refugiados y si los reportes estaban en lo correcto, restos de la vieja flota Imperial que se habían rehusado a aceptar el gobierno de la Nueva República.

Unos cuantos planetas habían sido descubiertos, pero sus poblaciones eran pequeñas, el comercio con el resto de la galaxia se había disminuido con el riesgo relativo a la navegación. Los Sith y los Jedi habían encontrado caminos incluso más peligrosos, más mundos ocultos, o eso decían las leyendas, y los saltos específicos coordinados que se requerían para navegar a través de las anomalías, estaban entre sus secretos mejor guardados.

El viaje valdría la pena. Alguien estába ahí afuera, haciéndose pasar por el Emperador mismo, y Kylo ya podía sentir las olas de duda en la Primera Orden. Después de todo lo que había hecho, todo lo que había sacrificado para convertirse en Líder Supremo... ¿quién se atrevería a desafiarlo ahora?

Escrito por Rae Carson
Traducido por Mario A. Escamilla
Original de Kylo Ren Rampages on Mustafar in the Star Wars: The Rise of Skywalker Novelization – Exclusive Excerpt

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