miércoles, 13 de diciembre de 2017

Extracto de la novela Cobalt Squadron

Rose Tico hará su debut en Star Wars: Los Últimos Jedi en unas pocas horas, y también es la protagonista de un nuevo libro que sale a la venta en Estados Unidos el 15 de diciembre. Star Wars: Camino A Los Últimos Jedi: Escuadrón Cobalto, es una novela juvenil escrita por Elizabeth Wein e ilustrada por Phil Noto, la cual sigue al escuadrón del mismo nombre, que incluye a la mecánica de la Resistencia Rose y su hermana Paige. En este extracto exclusivo, Rose, Paige, y el resto de la tripulación se encuentran en una misión cuando hacen un alarmante descubrimiento...




Rose parpadeó fuertemente. Miró fijamente a la pantalla, preguntándose si lo había imaginado, o si sus cansados ojos la estaban engañando.

Mientras miraba con fijeza, con los ojos bien abiertos, dos de los pequeños puntos brillantes regresaron a la esquina superior y desaparecieron de su vista.

"Hum, Finch," llamó Rose, "no quiero espantar a nadie, pero creo que hay un montón de pequeñas naves allá frente a nosotros, cero uno tres sector cero nueve, se mueven. Están fuera de rango, pero no tan lejos. Mira cuando se mueven y verás el reflejo del sol en ellas."


Añadió, "Page, mantén los ojos abiertos, pero no creo que las puedas ver desde la torreta inferior, están arriba frente a nosotros."

Hubo un largo y pesado silencio mientras Rose continuaba contando los droides sonda y Nix continuaba empujándolos de regreso a las rejillas.

Entonces Finch dijo de repente, "Los tengo. Es decir, veo a tu grupo de naves, Rose. Hay siete de ellas. En formación. Parecen estar explorando una y otra vez el sector, como una especie de patrulla. Podrían ser bandidos."

Se refería a enemigos, cualquiera que pudiera atacarlos.

El piloto pausó.

"¿Cuántos droides nos faltan?" preguntó finalmente.

Rose miró la lista. "Solo faltan siete. Están completando su órbita. Si nos quedamos aquí y los esperamos, esas naves patrulla podrían vernos..."

Nix añadió, "si nos ocultamos en el campo de asteroides otra vez, nos perderemos el punto de encuentro con los droides y tendremos que esperar otra hora y media para que completen su órbita."

"O podríamos encender los motores y acercarnos ahora," sugirió Paige con voz calmada.

Finch soltó una breve y amarga carcajada. Como si esa no fuera la opción más peligrosa disponible, la opción que arriesgara la StarFortress a ser vista por la patrulla de naves que estaban zigzagueando frente a la pantalla de Rose y fuera del campo de visión de Finch.

"Si, podríamos terminar esto de una buena vez," dijo Finch. "Nix, Rose, ¿están de acuerdo?"

"Siempre desearé que ésto termine," dijo Nix. "Estoy de acuerdo."

Rose suspiró ruidosamente en su micrófono. "Si, lo que diga Paige."

"¿Listos para cualquier cosa, verdad? Bien. Veamos que traman esos pequeños patrulleros veloces, Rose," dijo Finch. "Tu tienes la mejor visibilidad."

"Díganme si quieren ayuda para deshacernos de ellos," dijo Rose. Desde los monitores de vuelo, podía monitorear lo que hacían las naves patrulla, pero tendría que correr a la torreta de la cola en caso de que necesitaran un artillero.

"Solo faltan tres droides sonda," anunció Nix.

La atención de Rose seguía fija en las pantallas.

Comenzó a ver un patrón en el movimiento de las pequeñas naves, y no estaba segura de que era de su agrado.

También le urgía mirar el reflector para asegurarse que estaba haciendo su trabajo. No quiso pensar en lo que pasaría si las veloces naves que danzaban en sus pantallas se dieran cuenta de que la StarFortress de la Resistencia planeaba silenciosamente en la órbita de Atterra Bravo, recuperando droides espía llenos de información sobre lo que ocurría en la superficie del planeta.

"Finch, cuando hayamos recuperado todos los droides, dirígete hacia el laberinto de asteroides," dijo Rose.

"Enterado," dijo Finch. Rose no podía distinguir ningún tipo de nerviosismo en su voz, pero suponía que había llegado a la misma conclusión sobre la patrulla. La cual se estaba acercando y volviéndose más brillante a cada momento.

La patrulla estaba en búsqueda de alguien.

Los cazas se acercaban tanto que si sus pilotos se tomaban la molestia en fijarse bien, podrían divisar fácilmente el reflejo del sol en su bombardero, incluso si su fuente de poder no estaba encendida.

Pero al parecer estaban enfocados en algo más.

No estaban solo avanzando en forma rutinaria; estaban esquivando y zigzagueando, su formación se rompía y se volvía a integrar, intentando cazar un atisbo de luz que huía delante de ellos.

La luz en la delantera no era parte del resto de la formación. El brillo en la pantalla que iba delante de las estrellas no estaba siguiendo el mismo patrón que los demás. Estaba navegando a toda velocidad, de repente yendo en dirección contraria, y después saltando por encima cuando una de las otras luces se interponía en su trayectoria.

Estaba tratando de escapar.

"¿Cómo vamos, Nix?" llamó Nix ansiosamente, porque la cacería, o lo que fuera, se acercaba peligrosamente a ellos. En su curso actual, el Martillo se dirigía justo hacia la persecución. "¿Ya capturaste esos droides?"

"Falta uno. Falta uno."

"¿Está en rango?"

"Todavía no..."

"¿No podríamos abandonarlo? Eventualmente se estrellará con una de las minas y explotará."

Rose apretó los dientes. "O podríamos activar el modo de autodestrucción..."

Si cualquiera de los droides sonda fuera capturado con la información que llevaban, podría levantar quejas diplomáticas que traerían graves consecuencias para el Senado de la Nueva República. ¿Quién envió esos droides sondas y por qué? Estaban en territorio de la Primera Orden sin autorización. La Primera Orden podría alegar alguna clase de violación de sus tratados y echaría por tierra el caso que Leia tenía abierto contra ellos.

Paige les recordó al resto de la tripulación, "Si Nix activa el modo de autodestrucción de ese droide, la explosión garantizará que llamemos la atención de esas naves. Probablemente fueron las minas explosivas lo que atrajo esa patrulla.

Si el bombardero de la Resistencia fuera capturado, llevando casi cien veces el cargamento de información de un solo droide sonda, tendrían que suicidarse.

Finch se acercó con determinación al ultimo droide, y también hacia las extrañas naves. Con cada segundo que pasaba era cada vez más probable que tendrían que enfrentarse a ellas.

"¡Aquí viene ese droide!" gritó Rose. "Nix, ¿estás listo?"

Ella miró la pantalla. Podía reconocer el droide por su forma. Las otras naves, cada vez más cercanas, ahora mostraban su silueta en el monitor.

Finch, mirando las naves a la distancia desde la cabina del piloto, no podía ver el fino detalle que Rose estaba magnificando.

Ella dio el grito de alarma con una voz grave.

"Son cazas TIE. La patrulla. ¡Son TIE fighters de la Primera Orden!"

"Gracias por la buena noticia," dijo Finch. "¿Todos ellos?"

"No reconozco la forma de lo que están persiguiendo. Es como un tubo. Pero pequeño, ¿algún tipo de caza estelar? Incluso más pequeño que un TIE."

"No parece que vaya a poder escabullirse de ellos," observó Finch.

"¿Podemos terminar de recoger nuestra carga y largarnos de aquí?" gritó Paige.

"Sabias palabras vienen de la torreta ventral," dijo Rose.

"Me acerco al último droide," dijo Finch. "Nix, avísame tan pronto como lo hayas recuperado. Voy a girar bruscamente hacia el cinturón para ponerme detrás de los asteroides mientras inicio la secuencia de hiperespacio. Entonces avísame el momento exacto en que las puertas de la bahía se cierren, porque no podremos entrar al hiperespacio si siguen abiertas."

"Entendido," dijo Nix.

"Rose," continuó Finch, "toma tu lugar en la torreta de cola, por si las dudas."

Rose dejó sus monitores y se internó en la torreta trasera pasando por el reflector. La gran máquina zumbaba sin parar. Pero Rose sabía que no los podría ocultar por siempre.

Se sentó frente al cañón láser con sus manos en los controles.

"¿Paige?" dijo Rose.

"Estoy volando aquí contigo," le contestó su hermana desde abajo.


Escrito por Elizabeth Wein.
Traducido por Mario A. Escamilla
Original de Rose Tico Stars in Cobalt Squadron – Exclusive Excerpt

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